Acuerdo por la salud
Juan J. Paz y Miño Cepeda
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Juan Paz y Miño |
A los reportajes e informaciones sobre la situación en algunos hospitales o centros de salud, se unen las opiniones (frecuentemente subjetivas) de una serie de editorialistas, comentaristas y analistas, que, en una verdadera campaña mediática, coinciden en presentar, casi como un desastre, a la situación de la salud en el país.
Al rosario de quejas que presentan podemos añadir otras más, si el propósito es resaltar lo malo. De manera que, con la apariencia de denuncias “objetivas” (abundan fotos, tomas, entrevistas, documentos, etc.), se ha pasado al escándalo malintencionado y hasta perverso. Porque una cosa es denunciar corrupciones, desatenciones o problemas y limitaciones en la atención pública, que deben hacerse, pero dentro de una mínima racionalidad y con ponderada ética, y otra muy distinta machacar a diario con titulares rojos, escenas dramáticas, comentarios antojadizos o editoriales incendiarios sobre la situación de la salud pública en Ecuador.
Ante todo debiera primar una fundamentación histórica. Porque cabe recordar que sólo a partir de la Revolución Juliana (1925) se inició en el país una política sistemática de atención pública en salud para los ciudadanos. Eran apenas los primeros pasos. Las décadas desarrollistas de 1960 y 1970 impulsaron, como nunca antes, ese rol estatal. Gracias a ello se masificó la atención médica, crecieron hospitales y centros de salud, se promovieron campañas nacionales de prevención y vacunación, se fortaleció el IESS, etc.
Y cabe recordar que en las décadas “neoliberales” de 1980, 1990 e inicios del 2000, hubo gobiernos que conscientemente descapitalizaron al sector público, precarizaron la atención estatal en salud, desajustaron al IESS, colapsaron hospitales. Todo con la idea de “privatizar” la medicina, la seguridad social y la salud, para beneficio del sistema privado, que algún día tiene que ser seriamente regulado y aún socializado.
La Constitución de 2008 busca la seguridad social universal y un sistema de salud nacional. Ojalá algún día contemos con sistemas comparables al canadiense o al europeo, sino mejor, con medicina y salud pública eficaz y de calidad. El privado es solo negocio. Y los ecuatorianos deberíamos apoyar los esfuerzos por una salud pública de calidad, porque es la única que puede garantizar atención universal. También cabe reconocer que el gasto social y en salud del actual gobierno supera todo lo que se hizo en el pasado. Pero los problemas heredados son de tal magnitud que las quejas y las críticas por todo lo que falta por hacer, pueden durar años.
Que en el plano político se combata lo que se quiera, admito. Así es la historia. Pero los medios de comunicación, los académicos, las personas que hacen opinión en el país y, sin duda, el propio gobierno (y cualquiera en el futuro), deberíamos llegar a un acuerdo nacional por la salud, que implique que todos orientemos esfuerzos para apoyar un sistema que universalice la atención médica, buena y eficaz, para cada ecuatoriano. Aquí no está en juego el poder como tal, sino la vida, la integridad emocional, la salud de los ciudadanos.
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